Por Itziar Yagüe.–

Este domingo 5 de mayo ha fallecido la gran Norma Miller a los noventa y nueve años de edad, tras una vida larga y plena dedicada al arte y al espectáculo.

Norma supo tomar lo que la vida le daba. En la era dorada del swing, Norma reinó junto a los Whitey’s Lindy Hoppers, la troupe legendaria a la que tanto debe este baile. Cuando el grupo se deshizo, Norma creó su propia compañía de baile con la que dio la vuelta al mundo. Cuando el swing decayó y la televisión pasó a ser la principal fuente de entretenimiento, Norma supo reinventarse como cómica, en la nada fácil especialidad del stand-up comedy. Y cómo no, Norma fue, junto a otras estrellas como el inolvidable Frankie Manning o la sonrisa del swing, Dawn Hampton, figura central en el renacimiento del lindy hop a mediados de los ochenta: desde ese momento, miles de lindy hoppers de todo el mundo han tenido la suerte de asistir a sus clases en Herräng y otros festivales.

La vida de Norma – y por ende, su trayectoria artística, ya que la dedicó casi en su totalidad al baile – es un ejemplo de capacidad de adaptación a las circunstancias, de compromiso con el mundo del espectáculo y con su público y de amor por el swing. Si uno es como baila, Norma con su baile nos enseña generosidad, escucha, pasión, curiosidad y aprendizaje sin límites. Ese es su impresionante legado.

Dicen que se ha ido escuchando “Stardust” y que su último aliento ha coincidido con los primeros compases de “Jumpin’ at the Woodside”. Fiel a sí misma y a lo que tanto amaba hasta el final.

En diciembre del año pasado, MAD for Swing decidimos dedicar la sexta edición de nuestro Madrid Lindy Exchange a esta figura irrepetible del swing, así que en muy pocos días celebraremos, la vida y el arte de esta increíble mujer que tanto nos inspira. Por todo lo alto, como ella nos ha enseñado a hacerlo.


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