(English below) Si hay algo que va unido al baile Swing y, sobre todo al Lindy Hop, son las big bands. Es en su momento de mayor esplendor cuando música y baile se fusionaron y alcanzaron la cima de la cultura popular entre los años 30 y 50. Por eso, es una suerte y un orgullo contar con una big band como El Molino en nuestras fiestas.

Y como no podemos hablar con todas las personas que la componen, nos quedamos con los testimonios de tres de ellas:
Marcos Ortega Martín, trompetista; Diego, batería; y Marina Ferrer, la vocalista de la banda

¿De dónde surge vuestro interés por la música jazz y en concreto, por el swing?
M.O.: De pequeño mi Mamá me ponía un disco de Louis Armstrong, aunque he de reconocer que mi verdadera devoción por el swing y el jazz en general vino al “tocarlo” por primera vez. Fue una especie de reto, no me llamó tanto la atención la escucha, sinoo la propia acción de interpretarlo.
D: Yo empecé a escuchar jazz con 20 años, cuando empecé a estudiar a Carlos Carli?????, y poco a poco me he ido adentrando en este mundo tan amplio.
M.F.: Cada cual tenemos nuestras razones, pero en mi caso, de toda la vida se ha escuchado jazz en mi casa. Para mi es una música muy familiar y muy asociada con mi infancia. El swing me atrapa y me fascina por la tremenda alegría y buena energía que desprende.

¿Quiénes son vuestros referentes?
M.O.: El propio Armstrong, desde luego, Louis Prima, Benny Goodman… En cuanto al jazz en general, sin duda Miles Davis, Clifford Brown, Lee Morgan, Freddie Hubbard…
D: Tony Williams, Max Roach, Peter Erskine, Elvin Jones, Brian Blade, Mel Lewis o Jeff Ballard, entre otros.
M.F.: Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Duke Ellington, Anita O’day, Count Basie…

¿Qué canciones no faltan nunca en vuestro repertorio?
M.O.: Bueno, siempre que un músico toca con una big band de “swing” no suelen faltar “C. Colombus”, “Cheek to cheek”, “Shiny Stockings”… Aunque uno de mis clásicos favoritos siempre ha sido “On the sunny side of the street”.
D: Hemos tocado muchos arreglos y muchos tipos de repertorios, pero arreglistas como Samy Nestico u Oliver Nelson, o compositores e intérpretes como Duke Ellington o Count Basie siempre están presentes en nuestros conciertos.

¿Cuáles/Quiénes representan un desafío?
M.O.: Cualquier tema o solo de Armstrong o de Miles, no requieren de gran esfuerzo. Hablo de transcribir las notas. Sin embargo, se necesita toda una vida acercarte a la forma que tenían ellos de interpretar la música.
D: Realmente tocar en una big band es un reto en sí mismo. Es cierto que hay grados de dificultad entre un repertorio u otro o entre un tema u otro, pero el reto es el manejo del lenguaje y las dinámicas que exige el tocar en la banda.
M.F.: Cualquiera de ellas son un desafío si se quieren hacer sonar bien. En la banda nos tomamos muy en serio cada tema que tocamos.

¿Qué diferencia hay entre tocar para un público que baila y uno que no?
M.O.: Tocar para un público que baila, conlleva un nivel mayor de exigencia a la hora de respetar sobre todo el tempo y el “swinging”. Si la gente deja de bailar es que algo estás haciendo mal…
D: Diría que tocar con un cuerpo de baile, o para gente que está bailando, le da un toque más festivo y lúdico al evento, y la conexión que se genera entre la banda y el público es mayor, te sientes más cercano del público. Cuando tocamos, por ejemplo, para gente que está sentada en una mesa, es más frío y puede que más “serio”. Ambas cosas están bien, pero el carácter es distinto. Creo que se te escucha de otro modo y se toca de una forma algo más desenfadada cuando hay gente bailando.
M.F.: Es muy motivador y gratificante ver de una manera tan directa a la gente disfrutar con la música. Además, el swing siempre fue bailado, es algo que forma parte de esta música.

Cuando ves desde el escenario una pista de baile, ¿qué piensas? ¿qué te hace sentir?
M.O.: Es una motivación extra, desde luego. Es tu responsabilidad que nadie deje de bailar. Visualmente es muy agradecido y anima al músico a dar lo mejor de sí.
D: Suelo pensar “ojalá supiera bailar”, jeje. Me siento integrado en algo interdisciplinar y eso es muy motivador y me hace sentir realizado, como parte de algo aún mayor. Diría que me da alegría, se me dibuja una sonrisa cuando observo el espectáculo en su conjunto.
M.F.: Me da muchísima energía a la hora de cantar, y me hace sentir que tiene mucho sentido lo que hacemos, que todo es un gran puzzle donde todas las piezas encajan.

¿Qué pensáis que se puede hacer desde las escuelas o colectivos como MAD for Swing para ayudar a que la gente entienda el valor de la música en directo? Sabemos que hay muchas ocasiones en las que, después de acabar un tema, la gente que está bailando ni siquiera aplaude…
M.O.: Creo que, en ese aspecto, debe valorarse un poquito más el trabajo del músico. La energía que transmite la música en directo no es comparable a la pinchada, en eso creo que estamos de acuerdo. Es cierto, que al estar bailando en la pista uno se siente partícipe de “la escena”, del ejercicio “artístico” del momento. Personalmente he aplaudido a varios bailarines durante algunos de mis compases de espera por ejecutar con maestría alguna pirueta o similar. Creo que debe haber un poco más de simbiosis, no pasa nada por dejar de bailar 3 segundos para aplaudir un buen solo, o desde luego, el final de un tema.
D: Tratar de concienciar y hablar sobre el trabajo que hay detrás de esa hora y media o 2 horas de concierto, porque realmente es mucho. Creo que si la gente tuviera eso presente, sería más agradecida.
M.F.: Por mi parte creo que, aunque no aplaudan, todo el mundo puede sentir la energía de la música en vivo. No tiene nada que ver la atmósfera que se consigue cuando los músicos están delante tocando para ti, la magia del directo es insustituible. Creo que los colectivos de baile deberían tratar de contratar músicos en todos los eventos que fuera posible. Además, en Madrid tenemos la suerte de tener excelentes músicos de swing disponibles.

Seguro que ya habéis tocado en varios festivales, ¿tenéis alguna anécdota que recordéis especialmente?
M.O.: Bueno siempre recordaré las caras de Bob en la primera “swing night” en el nuevo café Berlín, al verse avasallado y literalmente pisoteado por la avalancha de bailarines que vino a disfrutar aquella noche, jeje.
D: Pues recuerdo una vez en un concierto en Toledo en el que los bailarines se pusieron detrás de nosotros y yo tardé como 2 o 3 canciones en darme cuenta. Me hizo mucha ilusión y, cuando lo noté, quería estar mirando hacia atrás continuamente, pero claro, no podía porque tenía que tocar. Me resultó muy cómico. Luego vi videos y la imagen era súper chula.
M.F. Yo siempre lo paso fatal cuando, al terminar el concierto, algún bailarín me saca a bailar con toda su buena intención asumiendo que se bailar swing. Y aunque supiera, ¡sería imposible entre los taconazos y los vestidos largos que suelo llevar! Ja,ja.

¿Qué esperáis del VI Madrid Lindy Exchange? Si ya habéis estado otros años, ¿cómo fue la experiencia y qué os gustaría repetir?
D: Pasármelo muy bien y disfrutar de la experiencia con mis compañeros y con la gente que asista en general.
M.F. Esperamos que sea una fiesta excelente, llena de magia, buena energía y mucho, mucho swing.

Y en MAD for Swing, tenemos la seguridad de que, gracias a vuestra música, ¡lo será!

Muchas gracias y nos vemos el sábado 27.

 

El Molino Big Band, classics that don’t fail


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